Todavía no han pasado ni 24 horas desde que se proclamara vencedor de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos y todos se ponen a la cola para reunirse con él.Todos quieren hablar con la sensación del momento.
Con un hombre que ha logrado encandilar a todo el mundo con su sonrisa perfecta, su tez morena y su discurso amable.
Ha devuelto la ilusión a la gente. Miles de personas se agolpaban ayer para darle su calor en una fría noche de noviembre y celebrar uno de los momentos más memorables de la democracia.
Ya sé que son palabras mayores, pero lo que este señor ha hecho no lo es menos.
Su campaña electoral no tiene precedentes: ha hecho campaña por todo el mundo. Parecía que se presentara a presidente del planeta Tierra, o algo por el estilo, porque no hay rincón en el mundo que hoy no se haya hecho eco de su hazaña.
Su conexión con los votantes y en definitiva con las personas a las que va a gobernar sólo merecen comparativa con las simpatías que recibía Kennedy.
Por no hablar de otros obstáculos que ha superado para llegar hasta donde ha llegado como el color de su piel, su juventud, su completo desconocimiento por parte de la mayoría, ...
Hoy es un día que va a cambiar la historia. No es un 11S, ni un jueves negro, pero es el día en que un político ha conseguido que el pueblo crea en él.
Ha logrado algo más importante que tranquilizar las bolsas o crear un plan para rescatar empresas: hoy Barack Husein Obama ha devuelto la ilusión a los estadounidenses.
Y, por que no, también al resto del mundo.
"Obama dice que las cosas se pueden cambiar", gritaba esta noche un chico negro en Lavapiés. Y lo gritaba contento.
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