El pequeñuelo por excelencia se quedo una semana en la que Nelly nos dejó de okupas-rodriguez en la cajita de cerillas montmartrina y aprovechamos la tregua de Lorenzo para patear París como se merece, hacer cenitas hispanoargentinas con delicatessen patrias (que me trajo mamá en una maleta llena de comida, uhm!!!) y neorrealismo italiano en la filmoteca.
Un fin de semana de descanso (si se puede llamar descanso a salir a bailar con las relocas porteñas que tiene Agus por amigas) y llegaron las guaysis.
De repente empezaron a sonar charangas en el bohemio (de acordeón) Montmartre, las flechas de oro cerraron sus arcos, los barcos se convirtieron en bares y ver el derbi con los protos franceses se hizo lo más normal del mundo. Como si eso fuera lo que pasa siempre. España en París como con un toque de varita mágica. Mejor que lo inmejorable que imaginaba!!!
1 comentario:
impresionante como entra toda la familia martinez en la cocina!! ;)
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