Sábado. 21.00 horas.
La noche no va a trascurrir como había planeado en su cabeza. Su cabeza, es un curioso y complejo útil que trabaja y trabaja todo el día imaginando situaciones, conversaciones, sensaciones, ..., que en realidad nunca le han ocurrido, pero que los imagina con tanta fuerza que se llega a creer que son verdad. Resumiendo, es una soñadora.
La noche va a ser muy diferente de lo que orquestó esta mañana al despertarse. Le resulta extraño que en vez de aceptarlo, intente revelarse con rabia, incluso llorando. No hay nada que le joda más que se estropee un plan por terceras personas, siempre lo ha dicho. Trata de serenarse, de sacar su yo más conciliador, del que siempre hace gala, pero no puede. Hoy no puede. Esta noche parece que nada va a calmar la mala ostia que le hierve la sangre tontamente. O eso piensa.
De repente, percibe que las distancias, esas arpías tan presentes en su vida, pueden volatilizarse. Así, y sin esperarlo, la niña de las letras bonitas entra en escena y le regala una noche de sonrisas, reflexiones, recuerdos y caricias en el espacio-tiempo. Se da cuenta que es maravilloso establecer relaciones especiales con almas especiales. Más que relaciones explosivas con personas explosivas. Por muy atractivas que puedan resultar.
De este modo, y quizá sin pretenderlo, la niña de las letras bonitas le dice algo muy inteligente a compartir con todo el mundo:
"Lo justo es que no sea el titular de tus días, sino las páginas izquierdas de tu periódico, hasta demostrar que pertenece a las derechas e importantes que es como deben empezar las cosas. Léelo sin prisa, y si este no te gusta tienes mil más para leer como opción".
La niña de las letras bonitas siempre escribe bromas, que le dibujan una sonrisa, pero esta vez, fue más allá. Le calentó el corazón, en una noche fría, a pesar de los casi 20 grados de la calle.
Y se despide con una canción bonita que ha descubierto en un blog de una mujer hermosa.
